Para ser analista de Israel y Oriente Medio en la prensa española uno necesita de muchas cosas. Para empezar, tiene que saber escribir, además, tiene que tener ideas y, en ciertos casos, es imprescindible que sea antiisraelí pero, también tiene que tener un medio de comunicación que le publique los artículos o que le invite a las tertulias. Sin embargo, hay una cosa que parece no ser necesaria: me refiero a tener conocimientos y de saber de hechos.
En ocasiones encontramos artículos de opinión escritos por periodistas y analistas cuyas opiniones están muy estructuradas pero que, tristemente, se destacan por una lamentable falta de conocimientos. Unas veces se basan en la propaganda antiisraelí, otras simplemente en rumores, en medias verdades e incluso en información inventada. De este modo, más que transformar los hechos en opiniones, sus opiniones son los que reajustan los “hechos”.
No estoy hablando de todos los analistas, ni siquiera de los que escriben en un medio de comunicación u otro, pero el resultado es muy problemático. Los lectores de ciertos medios de comunicación son alimentados con esa desinformación. En otras palabras, esos periodistas engañan a sus lectores.
Esta semana he encontrado dos ejemplos muy llamativos al respecto, el primero es el artículo titulado “Diccionario de Oriente Próximo” de Miguel Ángel Bastenier, a quien no le basta escribir un artículo de opinión, además pretende escribir un “diccionario” sobre Oriente Medio con el que explicar a los lectores de El País la realidad.
No cabe duda de que Bastenier tiene su propia definición acerca de lo que es una entrada en un diccionario y, para el que no lo sepa, pone en su artículo algunos ejemplos de ello al tiempo que aprovecha para pasar unos hechos bajo su perspectiva de la situación actual. La pena es que cometa tantos errores… Algunos de ellos se deben a falta de conocimiento, como cuando cita mal la resolución 242 (dicha resolución trata de una retirada israelí de territorios y no de “todos” los territorios, además de que olvidó mencionar que esa resolución también habla de una “paz justa y estable” y de garantizar que Israel, entre otros países, vivirá sin estar amenazado). Otros se basan en confusiones, como cuando habla de los refugiados palestinos. A pesar de lo que piense Bastenier, la guerra de 1973 (la Guerra de Yom Kippur) no tiene nada que ver con el asunto de los refugiados palestinos. Y tampoco la guerra del 67 (la Guerra de los Seis Días) tiene que ver con el asunto del derecho de retorno, ya que los refugiados de la guerra del 67 podrán volver a vivir en los territorios del futuro estado palestino. El problema de los refugiados es el que surge a partir de 1948 y al que dediqué mi anterior post (“La verdadera historia de la nakba”).
No sé si Bastenier simplemente se confundió, o es que no lo repasó bien o, en el peor de los casos, quizá intentó ocultar el hecho de que los palestinos, o como mínimo algunos de ellos, todavía piensan que se puede luchar contra la existencia del estado de Israel a través de la llegada de más de 4 millones de palestinos a su territorio. Todo ello por supuesto después de un futuro acuerdo de paz y de la creación de un estado palestino. De modo que de facto se finiquitaría así el concepto de “dos estados para dos pueblos”.
Pero la cita más interesante de las que usa Bastenier procede de un libro de una colega suya en El País, Ana Carbajosa. Cuando el autor hace referencia a las negociaciones, cita a “una colona en los territorios”. ¡Vaya fuente fiable! Esa colona, según el parecer de Bastenier, “reveló” la política de Israel de sólo negociar porque los estadounidenses lo quieren así. Lamentablemente para Bastenier, los hechos no están de su parte. Y no lo están porque Israel ha negociado con los palestinos durante la mayor parte de los últimos 18 años. Unas negociaciones que nos ha llevado en dos ocasiones a un intento de firmar un acuerdo de paz, ambos intentos rechazados al final por los palestinos. Tal vez por miedo a llegar a la paz… Y un miedo que parece compartir el propio Bastenier.
El segundo ejemplo, mucho más extremo, es el del columnista Javier Nart que en su artículo “Israel y los hechos” presenta su punto de vista respecto a Israel. Es muy lamentable que a pesar de su mirada crítica hacia Israel, se haya olvidado de mirar los hechos.
Y no hace falta leer el artículo completo, basta con el primer párrafo en el que dice que “desde 1947 Israel sistemáticamente ha utilizado su aplastante y eficaz fuerza militar…” Eso es un engaño deliberado, una mentira. ¿Qué tipo de fuerza “aplastante” tenía Israel en 1947 o en 1948? Javier Nart se alista en la línea propagandística pro-palestina que intenta cambiar la historia y lo hace con mentiras. La verdad es muy simple, tras la Resolución 181 (la que establece la Partición) y que, para recordárselo a Bastenier y a Nart, Israel aceptó mientras que los árabes no lo hicieron, siete ejércitos árabes atacaron el recién nacido estado de Israel con más soldados y con más armamento del que disponía el ejército creado por el estado de Israel (esta tabla muestra a la derecha la cantidad que tenía Israel frente a la cantidad que tenían los ejércitos árabes).
¿Un ejército sin ni siquiera un avión de combate y con un solo tanque (que no tenía cañón) es la “aplastante y eficaz fuerza militar” a la que se refiere Nart? Aparentemente tampoco destaca como analista militar.
Los ejércitos árabes atacaron a Israel con un solo objetivo, el de destruirlo y no para negociar la paz. Sin embargo eso no le hace a Nart reconsiderar su posición, de hecho, incluso se podría entender que apoya ese objetivo cuando deslegitima en su artículo la propia existencia de Israel.
Y sigue con más medias verdades, por no decir mentiras. ¿Cuántos historiadores israelíes conoces, Sr. Nart? Déjame adivinar. Uno solo. Ilan Pappe… pero tengo una sorpresa para ti. No sólo no es el único historiador israelí sino que además es un historiador muy criticado por muchos en la academia israelí de la historia por mostrar los hechos de una forma inexacta e incompleta. Es el ejemplo del historiador que escribe su historia a partir de su ideología..
Sólo puedo imaginar lo que habría escrito Nart hoy si los ejércitos árabes hubieran ganado la guerra de 1948. Y estoy seguro de que no habría mencionado nada sobre justicia o sobre paz.
Lior Haiat
Portavoz de la Embajada de Israel
No son especialistas en OM. Son todólogos.
ResponderEliminartodólogo, ga.
1. m. y f. despect. coloq. El Salv. y Hond. Persona que cree saber y dominar varias especialidades.
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A.
Mucho antes de la llegada a España del señor Samuel Hadas (q.e.p.d)con la Oficina de Turismo de Israel en Madrid, el tal Bastenier ya militaba a página completa en el antisionismo; otro antiisraelí convicto y confeso. Investigue usted qué polémicas mantuvo con el otrora también embajador en España, señor Ben Ami, con quien, por la ideología de éste, las discusiones eran mucho menos “cruentas” pero contínuas. Bastenier ha fungido cuasi de portavoz de la representación palestina en España desde hace unos 30 años.
ResponderEliminarY sobre Javier Nart, ¿qué decirle?. También judeófobo de toda su vida militante. Si tiene al alcance de su mano investigar por la red o por cualquier otro medio, busque uno de los primeros números/ejemplares de PENTHOUSE -edición en español, allá por los 80/90's- y no se pierda la entrevista que a él y a su hermano le hacen en la citada publicación y en la que vivaquean, como “buenos” socialistas....¿a quién?: al ayatollah JOMEINI, que había pasado de Francia a Irán. Plan hagiógrafos ad nauseam.
Es usted libre de polemizar o contrarrestar a estos dos enemigos de Israel, pero choca contra un auténtico muro: están alineados con el irredentismo palestino.
Así como hizo con mi anterior nota, en la que le presenté unas puntualizaciones, no se moleste en publicar la presente; es para su atención.
ISRAEL está muy por encima de usted y de todos los funcionarios de una embajada. Me lo enseñó uno de los anteriores embajadores de Israel en España. Consejo que le agradeceré toda mi vida.
Spitfire.
Coincido plenamente con su artículo. Es siempre un placer leerle.
ResponderEliminarsaludos
Es muy de lamentar, que quienes se dicen "profesionasles del periodismo" pequen en no pocos casos de parcialidad absoluta, cuando no de manifiesta tendenciosidad ...
ResponderEliminarContados son en efecto en nuestro pais, aquellos que se advienen a analizar los hechos sin previo prejuicio, en funcion de su adscripcion ideológica o de sus particulares filias y fobias, olvidando el compromiso odeontólogico adquirido ante sus lectores, oyentes o televidentes, y el derecho que a estos asiste a ser debidamente informados ...
La carencia de conocimientos manifestado por parte de dichos "profesionales" de lo que es y representa el Estado de Israel, resulta tambien llamativa, y les inhabilita de fácto a la hora de hacer determinados "juicios de valor" todos mas desafortunados los unos que los otros...
Se trata esta de una cuestion de la mayor transcendencia, en un mundo altamente mediatizado como el nuestro, en donde la fuerza de la imágen y la persitencia en la difusion de planteamientos prejuiciosos y maniqueos en torno a Israel asumidos como si de verdades absolutas se trataran, implican una grave irresponsabilidad, por parte de quienes a ello contribuyen activamente, en tanto que "forjadores" de opinion, y "inductores" en la parte correspondiente, de las consecuencias que tal orientacion "informativa" pueda genera en nuestra sociedad ...
Uno de los críticos más acérrimos de Pappe (y de todos los enemigos de Israel, en general) es el historiador Martin Kramer. En España no es muy conocido, y es una pena: además de un gran historiador me parece un grandísimo escritor. ¿Qué opinas de Martin Kramer, Lior?
ResponderEliminarLa verdad es que Martin Kramer es poco conocido también en Israel, sin embargo a Pappe no le faltan críticos por todo el mundo. El hecho de que Pappe continúe siendo profesor en una universidad publica israelí demuestra, por un lado, el nivel de la democracia israelí (al ser funcionario del estado) pero, por otro lado, también refleja la debilidad de dicha democracia, ya que vemos que está haciendo una carrera basada en el odio a Israel en vez de ceñirse al plano profesional.
ResponderEliminarSoy una barcelonesa radicada en Buenos Aires desde hace un par de años. Cada día tengo por costumbre echar un vistazo a los titulares de la prensa española. Entiendo que ser periodista no supone solamente un título. En el caso de que este se especialice en un área determinada, exige por su parte una supuesta inmersión y voluntad de comprensión de aquello sobre lo que está escribiendo y que llega al lector. Pero no siempre sucede así. En ocasiones, el periodista atiende a la línea editorial del medio. Mi estancia en un país extranjero, y así lo decidí como elección personal, supuso la obligación de entender a una sociedad y cultura determinada: su pasado, su presente, el por qué de determinados movimientos, la idiosincracia de sus gentes,etc. Esto es lo que vale. Se puede estar más o menos de acuerdo en las políticas de un país. Es más, cada uno tiene su propia historia y evolución. Y dejar en manos de determinados sujetos que dicen ser "reporteros" o "correponsales" la responsabilidad de informar no es saludable. Contribuye profundamente a todo lo contrario: a desinformar, a crear clichés, tópicos, y lo peor, opinión en los lectores, que debido a la distancia de un país en cuestión, no tienen modo de contrastar. A no ser que el lector sea inquieto, abierto de mente y desee ampliar su conocimiento. Es absurdo plasmar informar siendo corresponsal de un país sin sumergirse en su cultura y en su día a día. Y más lo es disponer de una sección de opinión en un diario leído por millones de personas y en el que el artículo está escrito a miles o cientos de kilómetros de distancia por alguien que ignora completamente qué sucede en ese país. Desgraciadamente,a algunos medios españoles les encanta opinar desde el desconocimiento sin escuchar. Menos mal que no todos son así. Un saludo. Me encantó este blog que encontré por curiosidad investigando por la web la historia de Israel.
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